Una bomba atómica explota en Nagasaki
El destello diez veces superior al del Sol deja ciego a todos los habitantes
Momento de la explosión en Nagasaki
Por Jessica Antón 10/08/1945
A las 6:00 horas de la madrugada de ayer, el B-29 “Bockscar” con la bomba atómica “Fat Man”, junto con el “The Grear Artiste” equipado por los instrumentos de medición, despegaron de la Isla de Tinian, en las Islas Marianas, rumbo a Japón.
Cerca de las 5:00 horas los B-29 “Bockscar” y “The Great Artiste” sobrevolaron la Isla Iwo Jima. No mucho tiempo después lo hicieron sobre Yaku-Shima, en donde supuestamente debía reunirse con ellos el “Big Stink” que había salido con retraso. Tras estar dando vueltas en el aire casi media hora, al comandante Charles Sweeney ordenó continuar hacia Japón sin la escolta, ya que su aparato por un problema técnico contaba con menos combustible del habitual. Mientras tanto otros dos B-29 habían efectuado reconocimientos sobre los posibles blancos, uno sobre Nagasaki por el “Laggin’ Dragon” del capitán Charles McKnight y otro sobre Kokura por el “Enola Gay” del capitán George Marquardt. Precisamente este último comunicó por radio a Sweeny que Kokura en Honshû era el mejor objetivo para bombardear.
Kokura fue alcanzada por el B-29 “Bockscar” sin incidentes, cuando todo el mundo iba de camino del trabajo. El problema para el avión fue que no había visibilidad, ya que las nubes tapaban por completo la ciudad. Como acertar en el blanco iba a ser imposible, Swenney cambió al segundo objetivo, tal y como estaba previsto en caso de que fallase el primero. Por ello, puso rumbo a Nagasaki en Kyûshû. Irónicamente aquellas nubes salvaron a miles de vidas en Kokura, pero condenaron a otras tantas en Nagasaki.
Sobre media mañana los dos B-29 “Bockscar” y “Great Artiste” llegaron puntuales sobre Nagasaki. Pero como había ocurrido en Kokura, la ciudad estaba completamente cubierta por las nubes y no era visible. Durante un rato estuvieron dando vueltas con la esperanza de que el cielo quedase despejado, aunque no fue posible. A las 11:00 de la mañana se dio orden de regresar al avión, entonces, justo cuando el “Bockscar” se disponía a irse, el bombardero Kermit Beahan que observaba por la mirilla avisó de un pequeño hueco entre las nubes por donde se distinguían algunos edificios de Nagasaki. Sin dudarlo, el “Bockscar” hizo una rápida maniobra de aproximación y a las 11:01 se desprendió de su bomba atómica “Fat Mat”, la cual cayó rapidamente en picado.
A 560 metros del suelo, la bomba atómica “Fat Man” estalló a las 11:02 de la mañana de ayer. Con un destello diez veces superior al del sol que cegó a todos los habitantes, la explosión tuvo una potencia de 20.000 toneladas de TNT, una fuerza inigualable en el mundo. El epicentro de la explosión atómica, un kilómetro cuadrado en torno al distrito industrial del norte, fue desintegrado totalmente debido a los 3.000 grados de temperatura. Dos kilómetros más adentro, la destrucción de viviendas y edificios también fue completa, como por ejemplo el Templo Sofukuji y la fábrica de armas de Mitsubishi. Posteriormente, se levantó un viento de 1.500 kilómetros por hora que arrancó las casas del suelo, llevándose consigo árboles, almacenes y personas hasta a cuatro kilómetros de distancia. Por último, coincidiendo con una lluvia negra radiactiva, se levantó un hongo en el cielo que fue espectacular, ya que ascendió hasta los 18′ 5 kilómetros de altura.
Hiroshsima
A las 8:16:43 horas del pasado lunes, a 250 metros del Puente Aioi y sobre la Clínica Shima, una luz roja se expandió en milésimas de segundos en una cegadora luz de colores que dejó sin vista a cientos de personas. Acto seguido se produjo una detonación equivalente a 12.500 toneladas de TNT.
Tras la bola de fuego una onda expansiva de 800 kilómetros por hora se produjo en el interior de la ciudad y penetró hasta 5 kilómetros que hizo caer las casas y destruyó todos los edificios de las zonas más cercanas al epicentro. Las únicas construcciones que resistieron fueron las de hormigón, ya que las casas de madera salieron despedidas por los aires y las tuberías de agua se rompieron. Además el Monte Futaba fue sacudido violentamente por la onda expansiva. Asombrosamente Oya sobrevivió, pero centenares de militares japoneses perdieron la vida sin poder hacer nada.
Pedro Arrupe, sacerdote de España, fue el único testigo occidental residente en Hiroshima afectado por la bomba atómica. Por culpa de la onda fue empujado varios metros junto a otro cura, pero pudo sobrevivir para narrar los hechos.
Mientras tanto en el cielo, los tripulantes del “Enola Gay” creyeron que sufrían fuego antiaéreo, al sacudir el avión la onda expansiva. George Caron, ametrallador de cola del B-29 fue el único que miró al punto cero en el instante de la explosión, y dijo: “¡Dios mío ¿Qué hemos hecho?!”. Sin embargo el resto de la tripulación no mostró ningún remordimiento, simplemente se preocuparon en poner rumbo a Tinian.
Después de que la onda expansiva arrasara la ciudad empezaron a caer gotas negras al evaporarse la bola de fuego con la humedad. De 11 a 19 kilómetros se produjeron densas lluvias negras con un alto grado de radiactividad. La gente que se amontonaba sedienta junto a los ríos, comenzaron a beber el agua contaminada.
Todavía no había acabado la lluvia, cuando un fuerte viento apareció a más de 1.500 kilómetros por hora. El potente huracán generado por la presión arrancó algunos árboles de raíz, provocando olas en los ríos que ahogaron a una multitud de personas. Aquel vendaval atómico destruyó otros 2 kilómetros más de Hiroshima.
A 3 kilómetros del epicentro se hallaba el Aeródromo de Hiroshima. El piloto subteniente Matsuo Yasuzawa fue testigo de cómo los aviones explotaron en tierra a causa de la onda y los fuertes vientos. Sin embargo, consiguió encontrar un avión más o menos en buenas condiciones, pudo arrancar su motor y despegar en busca del “Enola Gay”. Tuvo que volver a aterrizar a causa de problemas en el motor y por una nube de humo que se elevaba en medio de la ciudad.
Una columna de polvo y humo empezó a ascender sobre Hiroshima. Se trataba de una nube radioactiva que alcanzó los 6′ 5 kilómetros de altura.
Desde la ciudad de Kure, sobre las 10:00 de la mañana, un oficial de una base pudo ver a lo lejos algo parecido a un hongo humeante procedente de Hiroshima. Aquello hizo saltar las alarmas en Japón, ya que nadie podía contactar con la ciudad ni por teléfono ni por radio.
Cuando la impresionante humareda se quedó inmóvil en el aire, de nuevo el piloto Yasuzawa cogió el avión y sobrevoló en círculos Hiroshima. Fue entonces cuando Yasuzawa realizó una de las pericias más grandes de la Historia de la Aviación al atravesar el hongo atómico. Luego cambió el rumbo y se dirigió a la Isla de Kyushu en busca de ayuda.
A pocas horas de marcharse el piloto Yasuzawa aterrizó donde pudo y se dedicó a evacuar a los heridos más graves. También llegó en avión el capitán Mitsuo Fuchida, uno de los mejores pilotos de Japón y héroe de Pearl Harbor. Fuchida al aterrizar en la ciudad organizó entre el ejército y entre las fuerzas de seguridad un plan de ayudas al máximo número de heridos posibles.
Los civiles con vida ayudaron a la gente que lo necesitaba y a sacar heridos de los escombros. La férrea voluntad de la cultura japonesa soportó el dolor y todos juntos supieron encontrar hasta el último superviviente del subsuelo.

Reflejos de
Guerra
